Entrevistamos a Hagar Jobse, corresponsal holandesa en España.
“Ser periodista es una excusa para comprender el mundo”.
Hagar Jobse (30) es una de las coworkers más veterana de LANAU. Dos años y medio en Mallorca, 4, su primer y único espacio compartido de trabajo en España, donde ha generado algo así como una familia en Lavapiés, su barrio preferido de Madrid.
Es holandesa, pero lleva cosida la crisis española al cordón umbilical que la une al país. La primera ocasión en que intentó instalarse en España acababa de estallar el peor momento económico de su historia después de la Guerra Civil, con una tasa de paro que se elevó al 25,77%, un 53,2% desempleo juvenil y centenares miles de jóvenes atravesando las fronteras de esta piel de toro en busca de oportunidades. Ni nuevas ni viejas: oportunidades a palo seco.
Mientras los españoles dejaban su tierra, ella hacía piruetas para instalarse en ella. España vivía uno de sus etapas más difíciles y su sociedad buscaba una salida que quizá todavía no haya encontrado pese a la recuperación económica. Quería estar aquí y contarlo. Hace tres años aterrizó en Madrid como corresponsal para diferentes medios. Primero holandeses, a los que fue sumando después otros belgas e ingleses.
Fueron sus padres quienes le inculcaron esta particular relación con España, que dice siente también como su país, “más que Holanda en algunos aspectos y mucho menos en otros”. Desde muy niña, los viajes al país de Cervantes eran una constante en esta familia de clase media de Amsterdam, encabezada por dos filólogos. Él, filólogo neerlandés; ella, filóloga hispánica.
Como periodista freelance, disfruta de las ventajas de un oficio que le “apasionada”, verbaliza y acompaña la confesión con un gesto imposible de reproducir por escrito pero que lo dice todo. Para Hagar Jobse, “ser periodista es una excusa para preguntar lo que quieras, para indagar en las cosas e ir al fondo de los asuntos, para comprender el mundo”, define.
Reinventarse
Esta holandesa que habla en español como si hubiera nacido en la mismísima Plaza de Cascorro comenzó en esto del periodismo, “el mejor oficio del mundo” como lo bautizó Gabriel García Márquez, en plena crisis de la industria, lo que la ha obligado a reinventarse continuamente. “De corresponsal para medios holandeses a corresponsal para medios holandeses y belgas; de corresponsal para medios holandeses y belgas a corresponsal para medios holandeses, belgas y británicos; de corresponsal para medios holandeses y belgas a corresponsal para medios holandeses, belgas y británicos impresos a corresponsal para medios holandeses y belgas a corresponsal para medios holandeses, belgas y británicos radiofónicos…”, enumera en un hilo sin fin. “Pensé que debía hacer vídeo”, admite, “pero son demasiados soportes para poder trabajarlos todos a la vez con calidad”, reconoce, “y eso es lo que más me preocupa”.
¿El mejor oficio?
Con todo, reconoce que la jornada laboral de un periodista es un privilegio. “Mi día de oficina es estar en la calle entrevistando a la gente, entendiendo lo que les sucede, recogiendo voces que denuncian, retratando realidades…”, se entusiasma y coge carrerilla al hablar.
Hagar Jobse guarda con especial emoción muchos de sus trabajos periodísticos: menores migrantes no acompañados, crisis y empresas familiares, trayectorias de superación, pero sobre todo recuerda con especial mimo una de las historias que cubrió junto al fotógrafo Rafael Trapiello, también su maestro de fotografía, y es aquella que en la que muestra las dos caras de Marinaleda, el municipio sevillano gobernado por Juan Manuel Sánchez Gordillo.
Dicen de Marinaleda que, organizado en un sistema de lucha obrera y campesina, el municipio goza de pleno empleo y ha logrado un alto índice de desarrollo con un modelo económico alternativo al capitalista y que lo puso a salvo de la crisis. Sin embargo, Hagar y Rafael descubrieron otra realidad. “Lo que vimos se alejaba mucho del discurso oficial”, cuenta. “Nos encontramos con un municipio de tintes totalitarios, en el que la gente tenía miedo a hablar, listas negras y un pleno empleo muy cuestionable”, continúa. “Es cierto que todos sus ciudadanos habían trabajado a lo largo del año, pero en su mayoría eran contratos de pocos días, insuficientes”, denuncia. “Fue muy surrealista”, resume.
Aquella experiencia quedará en su memoria con la misma intensidad que los acontecimientos de la jornada electoral ilegal del 1 de octubre en Cataluña. El procès. Allí desplegó una vez más su perfil de periodista multitask, “mujer orquesta”, se sonríe. Trabajó sin descanso para multitud de medios y sufrió la frustración de los recortes presupuestarios. “Cuando toda Europa estaba mirando a Cataluña” desde Holanda me dijeron que no había más dinero para continuar cubriéndolo”, se apena, “y todavía quedaba tanto por contar”.
Estar para contarlo. “No podría haber cubierto los sucesos independentistas en Cataluña desde Madrid”, reconoce, “había que estar, había que conocerlo de primera mano, había que sentirlo”. Y lo que descubrió no le gustó. “He visto cosas en Cataluña que no podía creer”, reconoce, “y así lo conté en los medios europeos para los que cubrí el procès”, se reafirma.
Una España bajo mínimos
Hagar Jobse es la primera fan del carácter espontáneo de los españoles. Una cualidad de la que ella misma hace gala. Esto es lo que más le gusta del país. Lo que menos, la desigualdad y precariedad imperantes, las injustas dificultades económicas que sufre su entorno español y la enorme diferencia de oportunidades en comparación con su entorno holandés.
“Siento un enfado mayúsculo con los distintos Gobiernos de este país porque no veo voluntad de cambiar la situación”, denuncia. “Quiero mucho a España”, confiesa, “en cierto modo este también es mi país”, dice. “En muchos aspectos aquí me siento más en casa que en Holanda”, reconoce.
“Es raro y doliente”, concreta. “Hay épocas en que me callo mi tristeza puntual: miro a mi alrededor y la situación de mi entorno es tremenda, no me siento con derecho a la queja, mis problemas se convierten secundarios”, apunta.
Para Hagar Jobse el principal conflicto de la política española es su mirada cortoplacista. “En Holanda se mira más a largo plazo, quizá porque no existe un bipartidismo como el de aquí y eso nos permite mayor perspectiva”, cierra.
Hagar Jobse es corresponsal freelance en España para medios holandeses, belgas y británicos.